domingo, 5 de enero de 2014

HACIENDO HISTORIA III



            En el viernes, día 5 de abril, se repitieron una serie de réplicas a las 2:21, 3:39 y 4:53. Al llegar a Lorca comprobé las lecturas a las 9:00, y todos los valores eran normales.
            Durante un descanso,  busqué información sobre los terremotos de Lorca y  sobre el gas radón, y encontré un artículo interesante de José J. Martínez Díaz, al que mandé un correo preguntándole si habían estudiado las emisiones de radón, y explicándole brevemente que había apreciado lecturas elevadas de radiactividad.
            Posteriormente le comenté al director del IES Príncipe de Asturias, Juan, que había detectado el foco emisor de radiactividad, y éste me puso en comunicación con el director del IES Ramón Arcas, Juan Antonio, el cual es geólogo. A éste último le expliqué brevemente algunos de los hallazgos y quedamos para vernos la semana siguiente y seguir intercambiando información, cosa que al final no sucedió.
El sábado, día 6 de abril a las 00:08 vuelve a haber un nuevo pequeño temblor. Por la tarde compruebo si hay emisiones cerca de casa y no se detecta nada. Ya por la noche leo la respuesta de José J. Martínez Díaz, el cual me señala la imposibilidad de que la emisión radiactiva tenga algo que ver con el terremoto, ya que ambos están en distintas fallas, y éste es muy pequeño.
El domingo día 7 de abril  se repiten temblores a las 4:01 y a las 7:45, este de 3,3 de intensidad.
Por la noche detecté una lectura anómala y fugaz en mi casa de 0,300, pero después no aprecié nada extraño, y durante el resto de la semana se apreciaron lecturas relativamente elevadas en la zona de Totana.
 ¿Qué estaba ocurriendo con los registros en nuestro medidor mientras todo esto sucedía?
Los medidores de radiación disponen de un registro de las lecturas tomadas, pero el registro de lecturas durante estos días y desde que se recibieron los dos primeros aparatos en junio del 2011, se hicieron con medias semanales hasta este siete de abril del 2013, tres días después del temblor del 4 de abril del 2013, por lo que las lecturas no son útiles para apreciar las anomalías, por un doble motivo: ni estaban tomadas en una estación fija, ni se apreciaban valores significativos por tomar intervalos demasiado grandes (medias de siete días).






Pensad que todavía no comprendíamos nada de lo que estaba sucediendo, y ni siquiera nos habíamos planteado establecer una estación fija. Por otro lado, al ver que el intervalo no era el adecuado, comenzamos en este día a tantear cual sería el intervalo más apropiado para registrar las medias. Así, para evitar esta contrariedad, pasamos a lecturas cada 10 segundos. Tampoco llevábamos cuidado en la precisión del reloj interno del aparato de medición.

Con esta calibración (lecturas cada 10 segundos) el 8 de abril hubo una lectura anómala muy elevada de 1,2 (archivo móvil 2), y posteriormente las lecturas se normalizaron:

 
El 11 de abril decidimos cambiar a lecturas con medias de 5 minutos. En aquellos días ya no se apreciaban anomalías y comenzábamos a plantearnos una estación fija. Dicha estación quedaría durante los meses de verano acumulando los registros, pudiéndose llenar la memoria del medidor por este motivo. Era más práctico utilizar intervalos de tiempo mayores, pero lo suficientemente sensibles como para apreciar las anomalías. Es cierto que perdíamos información, pero un exceso de ella también puede ser un grave inconveniente.

 
El día 18 abril, martes, conseguí hablar con Tomás Rodríguez Estrella. En una agradable conversación que sostuvimos me informó de las grandes carencias que tenían para investigar, del esfuerzo personal que debía realizar y  de que sólo disponía, en la estación de observación que habían establecido en Alhama, de un detector de radón en un pozo, y que lo habían colocado allí,  por pasar  la falla de Alhama, explicándome que esta falla en realidad tiene tres ramales. Respecto a la radiación, me indicó que no habían utilizado medidores de radiación, y me comentó que la emisión de radón no era infalible, y que en aquellos días los geólogos estaban totalmente perdidos en la predicción de terremotos.
Yo, por mi parte, le informé de la utilización de un medidor de radiación. Comentado esto, muestró interés por estos sucesos, y me comentó que iba a informar al equipo de la isla de Hierro con el que colaboraba, para colocar un medidor en su puesto de observación.

En días posteriores se apreciaron radiaciones elevadas, incluso en la entrada de Cartagena. Es en estos días cuando buscamos un punto de lectura dentro del IES y decidimos que el más adecuado podría en el sótano; así mismo  informamos a uno pocos alumnos para realizar un pequeño grupo de trabajo que hasta el curso siguiente no empezó a funcionar regularmente.
 

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